Al ver y sentir mi entorno, percibo sensaciones que cuando me conmueven necesito poderlas registrar, analizar y transformar; manipularlas, dimensionarlas y por medio de materiales y técnica, crear y diseñar lo captado en una pieza estética que me reconforte.

Desde mis inicios como estudiante de arte en la Escola Massana de Barcelona, absorbiendo y registrando toda la cascada de inputs artísticos impartidos por mis maestros, de coincidir y ser contemporáneo en la explosión del diseño de los 80, de aprender en los contactos con diseñadores de la época, sus formas de trabajar, con todo ello siempre tuve la necesidad de expresarme plásticamente y escoger el momento adecuado para realizarlo.

Decidí formarme en la Academia y en su exterior. Aprendí el oficio de joyero en el taller de un familiar, maestro orfebre de la vieja escuela, el cual me enseñó y transmitió la disciplina de la perfección de la técnica. Una vez licenciado de la Massana y como operario de taller a nivel profesional, inicié el nuevo aprendizaje del mercado, creando un estudio y colaborando con otros diseñadores; elaborando piezas y diseños dentro del ámbito del diseño industrial, gráfico y de la joyería. Me introduje dentro del comercio y de la industria.

Necesitaba conocer, experimentar y nutrirme de muchas fuentes. Continuaba mi formación de artista diseñando intramuros mi proyecto personal. No veía que me había tocado la hora de exteriorizar la obra labrada durante ese transcurso formativo y experimental.

El peso del poso de lo absorbido, cada vez era más denso hasta que por fin decidí hacer un alto en el camino. Valorar desde la perspectiva el trayecto efectuado y al comprobar que llevaba tras de mí un gran baúl de viaje con mi obra concentrada durante mi bagaje experimental, llegué a la conclusión de liberarlo todo, dosificando, tamizando y seleccionando lo más representativo para poderlo mostrar al exterior.

Llegó el momento de mostrar el trabajo y de disfrutar haciendo lo que me gusta desde el taller-estudio.